por Melisa Giancrisostomo
Contar su historia familiar en la pantalla más vista de la provincia y como personalidad pública del periodismo rosarino, lo hace doblemente valioso.
Le puso voz al padecimiento de miles de víctimas que buscan sanar las profundas heridas que deja el abuso sexual infantil. Reveló en un prime time televisivo el manual del abusador: culpabilizar a la víctima, psiquiatrizarlx, minimizar y ocultar lo sucedido, aislar a la víctima, buscar complicidades, enajenarse de su imagen como victimario, y resguardarse en las influencias políticas y judiciales.
Juan Pedro no encontró justicia en los tribunales sino en 30 minutos de prime time televisivo. Hoy todos conocemos el nombre de su abusador: Helvio Vila. Conocemos cómo encontró resguardo en el ámbito académico. Conocemos que no tuvo ninguna contradicción moral en dictar la materia de Educación Sexual Integral en un colegio privado. Conocemos que cuando fue enfrentado por la víctima, se victimizó y apeló a sus contactos con el poder político y judicial. Conocemos que no tuvo ninguna dificultad económica para contratar a “los mejores abogados” de prestigio académico y con aceitados contactos para defenderse.
Sepan que en Arroyo Seco hay un Helvio Vila. Sepan que en Arroyo Seco hay un Juan Pedro. O dos. O tres. Pero nuestros Juan Pedro no es una personalidad pública ni puede disponer de 30 minutos de un prime time.
Hoy todos estamos conmovidos por su relato desgarrador, pero sepan que su batalla recién empieza. Y esa batalla no se libra en las redes sociales. No alcanza con indignarse con un hashtag o por un par de comentarios. Juan Pedro fue bien claro en su exposición: “la prescripción de los delitos sexuales es el refugio de los abusadores”. Esa es su lucha.
Y yo me atrevo a sumar una más: los protocolos de actuación por violencia de género no pueden circunscribirse al ámbito institucional. Los abusadores no pueden ejercer representación institucional alguna. No fueron elegidos por abusadores. No fueron designados en su cargo para abusar.
Felicitan al rector de la Universidad de Rosario por suspender en el cargo al docente denunciado por Juan Pedro. Es que en Arroyo Seco la hipocresía suele ser muy fácil de ejercitar. Acá los abusadores ganan el doble.