Los profesionales del Instituto Nacional de Agua avizoran un panorama desalentador para el río Paraná. El responsable del área de pronósticos de organismo, Juan Borus, explicó que "si se miran los mapas acumulados de lluvia en la región formadora del río Paraná, más de la mitad de la región ha tenido en las últimas tres semanas muy pocas lluvias".
El Paraná se alimenta del aporte de lluvia de Brasil y Paraguay. Se trata, explicó Borus, de una enorme cuenca de 2,5 millones de kilómetros cuadrados. En un gran porcentaje de esa región, cayó muy poca agua. "Apenas unos eventos aislados", advirtió el referente del INA.
Por lo cual, la altura del Paraná depende de las lluvias que caen en la cuenca misionero-paraguaya del río, "lo que permitirá que el caudal se recupere un poco en los próximos tres días", apuntó.
Esa falta de lluvias permite explicar el "descenso marcadísimo" experimentado por el río "que ahora hace que en Rosario tengamos lecturas de escala que se aproximan al metro, claramente en niveles de aguas bajas", apuntó Borus.
Según su análisis de la situación, el Paraná seguirá descendiendo. "Va a quedar oscilando ahora cortísimo plazo, cerca del metro, y con la propagación de este leve repunte en la cuenca misionero paraguaya, podemos tener una estabilización a mediados del invierno, pero siempre hablando de niveles estables bajos".
Este martes, en el Puerto de Rosario, el Paraná presentó una altura de 1,17 metros, muy por debajo de la media para esta época del año, de 3,13 metros. El cambio de escenario fue drástico, en poco tiempo se pasó de un río de aguas extremadamente altas (a comienzos del verano pasado llegó casi a 5 metros, cerca del nivel de evacuación) a una importante caía de caudal como se empezó a experimentar a principios de este otoño.
Extremos que, consecuencia de la variabilidad climática, parecen ser parte de la nueva normalidad del segundo río más largo de Sudamérica.
La comparación con la bajante histórica
La última gran bajante del Paraná se produjo hace cuatro años. Entre 2020 y 2023, el río experimentó un fenómeno histórico con consecuencias en la navegación, la generación de energía eléctrica, la potabilización de agua y la fauna ictícola, entre otros problemas.
Para Borus, “el escenario actual es muy parecido al de marzo 2020 – 2021, por los niveles que se dan”, aunque todavía hay grandes duras con respecto a cómo evolucionará la situación. "Mi impresión es que el período de bajante va a ser más corto y no tan intenso como en esos tres años, cuando el río estuvo en valores muy bajos, en Rosario llegó a estar 30 centímetros por debajo de cero", explicó.
Por eso, apuntó, "el escenario más probable es que durante todo el invierno, el río se mantenga en aguas bajas, pero con marcas no tan extremas como las del trieño 2020-2023. También es probable que la situación sea más corta recuperando los niveles normales más adelante, llegando la primavera.
Este miércoles los profesionales del INA mantendrán una reunión de trabajo con los especialistas del Servicio Meteorológico nacional, justamente para actualizar las tendencias climáticas y los pronósticos hidrométricos.
"Entonces podremos tener más información, de todas formas por lo que estamos observando nos permite esperar una situación de aguas bajas persistentes que en brevísimo tiempo puede experimentar un repunte con el aporte de lluvias en la región paraguaya del río, pero más adelante continuará el descenso, aunque será más acotado que el de 2020".