por Cora Verón
La administración Milei cerró el ProHuerta, un programa con 33 años de enseñanzas, historias y cambiando realidades.
El 3 de agosto de 1990 el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) inició el Proyecto Integrado “Promoción de la Autoproducción de Alimentos”, más conocido como ProHuerta. Este, fue concebido “con el objetivo de contribuir a mejorar la seguridad y la soberanía alimentaria en los sectores vulnerables de la población”, poco más de 30 años después, fue dado de baja.
Según recordó Gabriel Prieto, jefe de la agencia del INTA Arroyo Seco, fue un proyecto del Ministerio de Desarrollo Social que le dieron al instituto “por la territorialidad” que tenía y “por los saberes”; “fue una movida que ocupó mucha gente y recursos para solucionar el problema de la autoproducción de alimentos, que derivó en muchas actividades muy buenas y, desde lo técnico, para las familias. Pero no dejó de ser un programa con un perfil más social que tecnológico. Así que, en esta gestión nacional del Gobierno Nuevo, eso se reconfigura”.
Prieto explica que la decisión de este gobierno no es diferente de los anteriores ya que cada uno define las políticas de Estado a seguir. El actual presidente del INTA, Juan Cruz Molina Hafford, “habla de más tecnología, más ciencia y de enfocar más en estos aspectos y fortalecerlo; llevará mucho tiempo lograrlo pero creo que, en cierta medida, se ajusta más a los principios por los cuales se creó el instituto”, aunque reconoce que el INTA “siempre estuvo vinculado a las cuestiones sociales”.
Cuando empezó allá a finales de los años 50, principio del 60, realizaban campañas de transferencia, de educación y “muchas iniciativas que promovían la autoproducción de alimentos, su conservación en forma saludable y, teniendo en cuenta el contexto histórico, económico, social, donde participó fuertemente fue en la electrificación rural”.
Hoy la situación es muy diferente en todo sentido, ya que muy pocas personas y familias viven permanentemente en el campo y esto es por diversas cuestiones. Algunos de los motivos citados es la falta de infraestructura, como caminos adecuados, la electrificación que de a poco fue cayendo y “la inseguridad es tremenda, están robando los cables y transformadores del tendido eléctrico rural. Es tremendo lo que nos pasa en ese sentido. Y gente que por ahí tiene hacienda se la roban” explica Prieto. “Es muy fácil pensar que el productor vive en el centro porque tiene plata, porque tiene la 4x4, y en realidad no, hay un montón de cuestiones, sobre todo de inseguridad. ¿Qué mejor que vivir en el campo y con comodidad?”. Además, el ingeniero expresa que otra de las dificultades es que las escuelas rurales “cerraron todas, y prácticamente no hay población rural”.
Volviendo a lo que queda de ProHuerta, Prieto explica que “ahora se va a concentrar en lo tecnológico; de todos modos no está la figura de un coordinador, o sea, desapareció la estructura del ProHuerta”, y que está suspendido indefinidamente, “entonces quedaron estructuras que no tienen presupuesto y se están tratando de reorganizar”.
A pesar de esto, las autoridades competentes pidieron a las unidades de INTA que si querían podían organizarlo, “pero a mí me parece que, también por un principio, el ProHuerta tiende a que la gente se auto produzca los alimentos. Y yo me encontraba con una disyuntiva, que es que la mayor demanda de semillas de ProHuerta venía de clases sociales, casi media, y uno se pregunta por qué. Bueno, la cultura del trabajo. Los gringos, y dicho esto en forma cariñosa, con esa cultura que trajeron los abuelos de producirse los alimentos, venían de pasar hambre a encontrarse en Argentina con tierra para producir y todos querían tener su quinta, su producción de alimentos y la infraestructura que necesitan, obviamente, para hacer su quinta; tener primero espacio, el riego y tercero cuidado de eso para que no se lo roben, protegidos los animales. Yo pensaba en las clases sociales más bajas, que de casualidad pueden llegar a tener un techo, imaginate que van a regresar aquí...”, deja en el aire.
Ante tal panorama, le preguntamos cuál cree que puede ser la solución: “Y la huerta comunitaria. Se ven casos exitosos, ProHuerta siempre se encargó de marcar estas cuestiones, de los casos exitosos, y hay muchas huertas comunitarias, Arroyo Seco, Villa Constitución, Villa Gdor. Gálvez, Rosario, hay una sobre circunvalación que da gusto verla. Y ahí el Pro Huerta estuvo en la formación, capacitaciones, generó mucho y es una picardía que se pierda”.