En los últimos años aumentaron en el país los casos de sífilis, una enfermedad del siglo XV que muchos creían erradicada.
El último Boletín Epidemiológico Nacional mostró una curva ascendente de casos en 2023, a razón de 88 por día, lo que significa la mayor cantidad de contagios de las últimas tres décadas. Y en 2024 la tendencia sigue de manera similar. En nuestra ciudad se detectan alrededor de 1200 casos de sífilis por año, un número elevado que afecta de manera transversal a todos los géneros, edades y condiciones sociales.
Tanto en consultorios públicos como en privados, los odontólogos empezaron a observar con más frecuencia lesiones en la boca compatibles con esta enfermedad. Para hacer frente a esta problemática, la cátedra de Estomatología Clínica II de la Facultad de Odontología de la UNR realiza cada año campañas de prevención y diagnóstico temprano de infecciones de transmisión sexual. Estas apuntan a la difusión de información y al control y están dirigidas no sólo a profesionales sino a toda la sociedad.
“Las manifestaciones en los genitales, también se pueden ver en la boca que es considerada un órgano sexual”, afirma el titular de la Cátedra Mauricio Viccei. Cuando detectan las lesiones en el consultorio, los odontólogos solicitan algunos análisis de sangre y del líquido de la llaga. Luego, derivan al paciente al infectólogo para que sea tratado. Si está muy dolorido y la imagen es característica, lo derivan pero ya con un dosis del tratamiento.
En el caso de que el paciente sea menor de edad y la lesión de cuenta de una infección producto de un abuso sexual, el profesional debe informar la situación al área de odontología legal siguiendo un protocolo.
Según explica la profesora adjunta Fabiana Mardenlli, la sífilis puede aumentar el riesgo de contraer VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, ya que las úlceras producidas hacen que sea más fácil trasmitir cualquier enfermedad de este tipo. Y recalca que por más que hoy haya un tratamiento para el VIH este es para toda la vida y aún no existe una cura.
Hace dos años la Organización Mundial de la Salud empezó a comunicar alertas: una epidemiológica por las altas tasas de contagio de sífilis y la otra por el índice de resistencia a los antimicrobianos y al tratamiento farmacológico. La sífilis se trata y se cura con penicilina. En caso de que la persona la haya tenido por menos de un año, es necesaria sólo una dosis pero si fue por más tiempo, necesitará recibir más cantidad.
Los casos que los odontólogos ven en los consultorios son tanto de jóvenes como de adultos mayores. “Los chicos se creen Superman y la Mujer Maravilla, que nunca les va a pasar nada. Por otro lado, muchos adultos que se divorcian, comienzan a establecer nuevos vínculos y creen que por la edad o la menopausia no hace falta protegerse”, cuentan y aconsejan: “Las personas que no tienen una pareja estable, tienen que hacerse todos los años un control cerológico de las Infecciones de transmisión sexual”.
En las clases de la Facultad, la Profesora Merdenlli pregunta a sus alumnos qué aprendieron sobre Educación Sexual Integral en la escuela y la mayoría contesta: los métodos anticonceptivos. Pero “no se habla de las complicaciones que puede traer no cuidarse y que afectan la vida de cada persona”. Para la docente, además de orientar en cómo cuidarse, la ESI debería concientizar acerca del peligro de contraer enfermedades de transmisión sexual.
Un dato que da cuenta de la falta de cuidado en el acto sexual es el creciente uso de la pastilla del día después y del Prep (profilaxis prexposición), una medicación que reduce las probabilidades de contraer VIH y que se consume especialmente en la comunidad homosexual masculina pero que no evita todas las otras infecciones de transmisión sexual.
La única forma de disminuir el riesgo de contraer sífilis es a través del uso del preservativo de forma correcta y consistente. También, en el caso de las personas embarazadas, hacerse controles y tratamientos para evitar la transmisión al bebé. Para los profesionales “falta mayor difusión de información y educación sexual para una toma de conciencia”.
La sífilis es una infección de transmisión sexual producida por una bacteria llamada Treponema pallidum que afecta tanto a varones como a mujeres. Se transmite a través de relaciones sexuales (vaginales, anales u orales) sin preservativo con una persona que tenga sífilis, a través del contacto con las lesiones de la piel o de las mucosas, ya sean chancro o sifilides. También, se puede transmitir de la persona gestante al bebé durante el embarazo o por una transfusión de sangre infectada.
Los síntomas aparecen después de contraer la bacteria y difieren según el estadio de la enfermedad. Generalmente, sin tratamiento tiene diferentes etapas clínicas. En la fase primaria, se presenta una pequeña llaga o úlcera llamada chancro que puede aparecer en cualquier parte del cuerpo donde hubo contacto con la bacteria. Las zonas más comunes son la boca, ano, vagina o pene. Generalmente es única y tiene bordes con relieve. La llaga o úlcera no duele y sumado a que puede ocurrir en lugares que no se ven (como la vagina, el recto o la garganta), puede pasar desapercibida. El chancro desaparece sin ningún tipo de tratamiento después de unas semanas.
En la fase secundaria, un tiempo después de desaparecida la llaga puede aparecer erupción o ronchas en el cuerpo. Sobre todo en el tronco, palmas y plantas. También pueden aparecer lesiones en la boca, fiebre, aumento generalizado del tamaño de los ganglios y caída del cabello. En la fase latente no hay síntomas y puede permanecer de esta manera durante muchos años. Sin embargo, puede detectarse mediante una prueba de laboratorio. La fase terciaria ocurre después de muchos años de tener sífilis sin haber recibido tratamiento y puede provocar dificultad de movimiento de brazos y piernas, parálisis, entumecimiento, alteraciones visuales, enfermedades del corazón, esterilidad o un cuadro de demencia llamado neurosífilis.