La razón de tanta espera no era otra que la llegada de Papá Noel, quien, con su inconfundible traje rojo y su amplia sonrisa, se convirtió en el protagonista indiscutido de la tarde.
En una escenografía montada especialmente, cada niño y niña charlaba tímidamente con Santa, prometiendo haber sido buenos, y se sacaban la foto. En tanto, el camión blanco de los bomberos sirvió como fondo para las tan ansiadas capturas.