por Cora Verón
Todo empezó en el año 1982 en la ciudad de Vitoria en Álava (España) donde el matrimonio formado por Miguel Díez y María Carmen Jiménez, y sus hermanos Javier y Ángel, formaron un núcleo inicial con la voluntad de ayudar a sus semejantes.
Hasta 1991 se expandieron en varias regiones de España y a Perú y el Reino Unido. En 1992 llegaron a tener una capacidad de 3.000 plazas en toda España y se extendieron a Guatemala, Brasil, Argentina y Nicaragua, Chicago (EEUU), y Suiza.
En 20 años de historia beneficiaron a unas 200.000 personas por todo el mundo. Y en General Lagos el trabajo es continuado por Sergio Giorgis y Pablo, ambos adictos que un día llegaron allí y siguen la labor que comenzó al otro lado del mundo hace más de 42 años.
Sergio hace 11 años que llegó a la granja luego de decidir vencer su adicción al juego por la que perdió absolutamente todo, “soy de Córdoba –relató- terminé casi en situación de calle en Buenos Aires. Y ya desesperado, muy mal, tenía mi hija en Córdoba y se me ocurrió, en ese estado de desesperación, hablar con ella, ir a pedirle perdón, sobre todo porque me había ido, a raíz siempre de la adicción, porque todas las adicciones son iguales, te llevan a lo peor”.
Un sábado salió de Buenos Aires a la mañana y a la tardecita llegó a Arroyo Seco con la idea de pasar la noche en alguna estación de servicio y seguir camino hacia Córdoba al día siguiente, cuando una camioneta paró al costado de la ruta, “no sé por qué paró porque yo no le hice seña y aparte no tenía dinero. Se baja un chico y me dice, ¿para dónde va? Le digo, por ahora para Rosario, después veo dónde sigo, pero no tengo dinero para pagarte el pasaje. Me dice, no, no, nosotros no cobramos pasaje, venga”. Corría el mes de octubre de 2013, “yo no entendía nada, me subí a la camioneta, ví que había otros chicos y me llevaron a la sede de Remar de Rosario”.
Así comenzó la historia de Sergio, pero bien puede ser la de tantos otros que buscaron refugio y apoyo en la granja, para poder salir de una vida de pesadilla a la que llegaron como consecuencia de distintas adicciones. Luego de ser asistido siguió camino hacia San Francisco, Córdoba, donde cumplió su cometido con su hija y en ese momento decidió volver a Lagos a ver quiénes eran y qué hacían esas personas que lo recibieron y cobijaron en un momento de desesperación y oscuridad.
Cuando le preguntamos cómo pudo vencer su adicción, respondió firme y convencido: “Estando contenido acá adentro. Nosotros no nos manejamos con profesionales porque en el Remar no está permitido, tampoco el alcohol, el cigarrillo, ni todo lo que sea adictivo, drogas, pastillas de uso psicotrópico y demás. Si yo voy a un psiquiatra por un problema de adicción del tipo que fuere, seguramente me va a recetar ese tipo de pastillas. Y ese tipo de pastillas para nosotros generan adicción. O sea, es cambias naranjas por mandarinas”.
“Mucha gente cree que Remar es un centro para adicciones y en realidad es un centro de contención para distintos tipos de problemáticas sociales, gente en situación de calle, mujeres víctimas de violencia de género, abusos, y demás. Gente de la tercera edad que no tiene una jubilación y no tiene familia, entonces tenemos hogares para gente mayor”.
“En Guiñazú, Córdoba hay un hogar con 80 niños, 41 de ellos son hijos de padres adictos que a lo mejor no han hecho una verdadera crianza, entonces los juzgados los dan en custodia, monitoreados por asistentes sociales y demás”, separados niñas de niños y por edad. “No se nos conoce tanto por eso, se nos conoce más por el tema de adicciones, pero lo fundamental para nosotros es eso”.
Sergio dice que lo que brindan “no es una cura ni un tratamiento para adicciones, esto es contención y tratar de que la persona, a través de la palabra, porque nosotros somos creyentes cristianos, cambie del hábito”. “Los chicos llegan porque quieren dejar la droga, y les digo que no es cuestión de dejarla, nosotros consideramos que un año y medio es lo ideal, pero si vos me venís a decir que por un año no querés drogarte, está bien, acá adentro vas a vivir un año y no te vas a drogar porque no te la vamos a dar. ¿Pero qué sucede? No nos mintamos, el primer día vas a tener ganas de drogarte, el segundo también, el tercero, el cuarto, el quinto también, nada más que no la vas a tener, y así va a seguir tu proceso, nunca se va a ir de tu cabeza, va a estar siempre metida acá. Hoy no pude, hoy le gané, mañana sí, pasado no, pero no puedo y tengo ganas de drogarme. O sea, vas a estar siempre con eso dando vueltas en tu cabeza. Vos lo que tenés que venir acá a hacer es convertirte en una persona como la que eras antes de drogarte”.
“La mayoría arrancan entre los 15 y los 16 años, promedio, entonces le digo: vos tenés que volver a ser aquel pibe que eras antes de los 15 y 16 años. Y le cuento toda una historia, del nacimiento y demás, pero no lo quiero hacer tan largo, ¿en qué consiste eso? En volver a las costumbres normales de cualquier persona... O sea, perdiste tu pareja, tus hijos, no tenés el contacto acostumbrado porque robaste las cosas de tu casa para comprar drogas, en la mayoría de los casos es así, entonces tenés que volver a hacer una vida de un chico normal. O sea, vos estás en el medio de un río, este es el ejemplo que le pongo, y en el momento en que estás, la correntada está fuerte y te estás hundiendo, tenés una orilla buena y una orilla mala, tenés que empezar a nadar para la orilla buena”, “y le doy ejemplos, nosotros, por ejemplo, algunos días que podemos, porque realmente la situación está difícil, le llevamos guiso, lentejas, fideos, lo que fuere, a gente muy necesitada. Y, en esos casos les digo: si ya estás acá, prendete, entonces vas a ver la necesidad de esa gente y te vas a dar cuenta en qué gastabas vos la plata, cuando esa gente no tiene para comer. Si nos llaman una noche y nos dicen que debajo de un puente hay un chico al que le sacaron las zapatillas, la remera, el celular y está totalmente drogado, andá a buscarlo, entonces ahí te vas a dar cuenta de que ese chico podrías ser vos. Es orientarlos a hacer cosas buenas, de bien, eso te va alejando de lo malo. O sea, estás nadando por la orilla correcta, entonces la droga va a dejar de ser un problema, porque tu mente ya, a través de la lectura, de la buena obra, te va orientando hacia lo bueno. Te va a acercar nuevamente a tu familia. Y es hermoso ver a chicos que estaban peleados con sus padres que la mamá viene a verlo y se pone a llorar porque lo ven bien, eso no tiene precio; comerte un asado con tu viejo, si hoy el asado está caro, vuelven a comer unos rabioles. Si tenés esposa, sacala a pasear. Si tenés chicos, llévalos a jugar. No encerrarte en una pieza mirando por la cerradura, perseguido, porque estás recontra drogado. O sea, sos vos el que elegís. Nosotros te podemos ayudar un 30, un 40%. El 60, el 70% de todo el trabajo es tuyo”. “Para nosotros es un cambio de hábitos, no se trata de un centro de adicciones, ni mucho menos”.
A la hora de hablar sobre cuántos chicos están hoy en la granja, Sergio dice que son unos 25, por la cantidad de camas que tienen, “vamos como podemos porque la estructura está, pero sucede que nos falta mobiliario y ese tipo de cosas”, y cuando pueden compran cuchetas y colchones “como para dar más cabida, porque la demanda es tremenda”.
En los centros de Rosario hay más de 100 personas en Rosario y en Córdoba, “que es una comunidad mucho más grande, en total debe tener 400 personas, más o menos”. En Mendoza hay dos fincas de Remar donde producen uvas, aceitunas, duraznos, ajo; “con esas uvas se entrega a una cooperativa vitivinícola y hacen vino, nos pagan con vino, con las aceitunas lo mismo, Mendoza es una fuente de producción importante. En Rosario tenemos una mueblería, una compra-venta y los chicos que salen a vender”. Hace un tiempo atrás, en Lagos fabricaban ladrillos, pero en este momento no se está haciendo, “eso no quita que en breve arranquemos de nuevo, pero por ahora es muy difícil conseguir los materiales y demás. Pero es todo a pulmón”.
Habitualmente reciben ayuda de distintas empresas de la zona para continuar con su labor, “más del 50% de los chicos llegan en un estado deplorable, físico y anímico, entonces hay que contenerlos, que se repongan y estén tranquilos. De ellos se encarga Pablo que tiene una paciencia a prueba de todo. El primer tiempo de contención hacen las labores básicas cortando pasto, mantenimiento, cocinan y otros limpian mientras están en el primer periodo y eso dura dependiendo del individuo”.
La segunda fase es llevarlos a la ciudad, estar en la carpintería o en la mueblería de Juan José Paso 1682, zona norte de Rosario, pero nunca salen solos, “salen en grupo y se dividen en células más chicas de dos”.
Otra cuestión importante para su trabajo de acompañamiento es que el chico que se interna debe hacerlo en una localidad diferente a la que es oriundo, para evitar el fácil acceso a la sustancia a la que es adicto, “si los dejás en la misma ciudad conocen toda la movida, en algún momento se te van a escapar y van a ir a comprar lo que no tienen que comprar”.
Por su parte, Pablo, quien está a cargo de la granja de General Lagos, también contó su experiencia y su compromiso con la obra de REMAR a donde llegó por su propia voluntad despues de estar 25 años atrapado en las drogas. "Quería salir, pero sabía que no podía hacerlo solo. Acá me contuvieron y me ayudaron. Al principio me ayudó mucho trabajar para llegar cansado a la noche y poder dormir. Y siempre encontré un abrazo y una palabra de aliento para no desfallecer".
Hoy le toca estar al frente del grupo de 25 almas que necesitan cariño y comprensión para poder empezar una vida nueva. Además de trabajar y mantener el lugar limpio y en condiciones, los chicos juegan al fútbol, cuidan a los animales, cocinan el pan y preparan las comidas del día. Mantenerse unidos los ayuda a encontrar su camino a una vida nueva.
Lamentablemente, la problemática de las adicciones ha alcanzado niveles alarmantes en nuestra sociedad, reflejando profundas transformaciones en los hábitos y dinámicas sociales y eso también se refleja en la escasez de cupos para poder recibir más internos en todas las granjas REMAR del país.
La obra de REMAR en Rosario se sostiene con los recursos que genera su fábrica de muebles, ubicada en Juan José Paso 1682, con ferias de artículos usados, la venta de pan casero y artículos de granja.
Como en el resto del país, en General Lagos se reciben donaciones de todo tipo, como muebles usados, alimentos y ropa, los cuales pueden acercarse al lugar, ubicado en el acceso a la localidad a pocos metros del puente de la autopista.