
por Cora Verón
¿Cómo definirías tu identidad profesional hoy?
Yo me defino como comunicadora, más allá del título incluso, me veo como una artesana de los mensajes. Hoy siento que nací para contar historias, para crear narrativas; tengo una necesidad compulsiva de explicar todo lo que pasa y me pasa, y de hacerlo visible y aprehensible para quien lo quiera y lo pueda tomar.
¿Qué te motivó a elegir la comunicación social como carrera?
Mí mamá me insistió para que hiciera esa carrera. Yo tenía muchísimas en mente. La licenciatura en Comunicación en ese sentido me dió y me da la posibilidad de saber un poco de todos los mundos, lo suficientemente como para producir una narración sobre cada uno y pasar al que sigue. Es una carrera excelente para los y las curiosas.
¿Cómo fue tu camino para convertirte en profesora?, o simplemente, ¿por qué ser profe?
La carrera y la vocación no tienen nada que ver. Hoy estoy convencida de que hubiera llegado a la docencia cualquiera fuera la carrera que hubiera seguido. Siempre ejercí la docencia: ya en la facultad era ayudante de cátedra y además daba clases particulares a compañeros y a chicos del secundario. Trabajé en muchas empresas, algunas multinacionales, pero el mundo corporativo y la comunicación institucional no me gustaban nada. Muy acartonado todo. No había espacio para la creatividad. Tampoco sentía allí que pudiera estar contribuyendo a la sociedad con lo que hacía y para mí, el impacto social positivo del hacer diario es muy importante para mantenerme motivada. Así que en un momento decidí renunciar y comencé a tomar reemplazos en escuelas medias, y volví a la universidad a buscar mí título docente. 20 años después, con algunos tropiezos en el camino, dándome cuenta que realmente amo enseñar, que no es otra cosa que comunicar, contar, narrar.
¿Cómo intentas cambiar, día a día, la realidad social y cultural desde ese rol?
Uffff, no sé si cambiar la realidad social es posible para una sola persona, en todo caso aspiro a ser como el elemento filoso que rasga ciertas capas de esa realidad, como el clavo que engancha la media cancán y le corre el entramado, para que mis alumnos vean otras perspectivas y con suerte, otras oportunidades que las que les cuenta el Manual de la Sociedad. Trato de que mis alumnos encuentren su propia voz y comiencen a contar su propia historia. Hacerlos dudar de las verdades que se repiten porque las escuchamos de los mayores y empezar a experimentar con la propia vida para sacar conclusiones.
¿Cuándo y cómo descubriste tu pasión por la astrología?
La astrología llega a mí ese año tan bisagra para todos cómo fue el 2020. Yo no podía creer lo que estábamos viviendo, sentí que mí vida se paralizó literalmente, y necesitaba algo que le diera un sentido a esa experiencia. Años anteriores me había diplomado en Neurociencias y Educación Emocional aplicadas a la educación y sabía que la sensación de felicidad en la vida depende enormemente del sentido que le damos a las experiencias que vivimos. Ese año todo dejó de tener sentido para mí. La sensación de vivir en un absurdo se apoderó de mí; necesitaba urgente encontrar un marco teórico nuevo que le diera un propósito a lo que estaba viviendo. Por casualidad me topé en instagram con un vivo de Mía Astral que despertó mí curiosidad y me inscribí en su membresía. Empecé a absorber información a escuchar sin ningún prejuicio y a constatar con estadísticas y con investigación histórica y ví realmente un paralelo entre lo que nos pasa individual y colectivamente como humanos y el movimiento del sistema solar.
Descubrí en la Astrología un mapa y un reloj que me decía por dónde y cuándo iba a encontrar desafíos y oportunidades en mí vida. Simplemente me usé a mí misma de rata de laboratorio y mi vida dio un giro de 180 grados. No es que todo me empezó a ir mejor, sino que encontré la forma de vivir cada vez más en coherencia con quién soy.
¿Cómo equilibras tu vida personal con tus múltiples facetas profesionales?
La mayoría de los días no llego al equilibrio, pero lo que me impulsa a seguir es la satisfacción de hacer lo que me gusta. Para las mujeres es más complicado porque hay mucho deber ser que se cuela en el día a día y no nos deja ese tiempo de ocio fundamental para escuchar el diálogo interno y ponernos creativas. Con el tiempo y mucha terapia fui aprendiendo a dejar de hacer lo que debo para pasar a hacer lo que quiero, aunque para eso tuve que batallar con mi propia crítica interna: esa que te dice que si dejas los platos en la pileta de la cocina sin secar para tener un rato para pensar, escribir o meditar sos mala mujer, o si mandas alguien más a buscar a tu hijo a la escuela para terminar una publicación de un blog, sos mala madre. Hay que aprender a lidiar y bajarle el volumen a la necesidad de perfección y a la voz del deber ser. Al final del día no es la plata ni el reconocimiento público lo que se disfruta sino esa sensación de que tu trabajo no es trabajo, que lo harías aunque no te pagaran, esa certeza de que estás viviendo de la forma más honesta y genuina con vos misma que pudiste construir hasta el día de hoy, que tu vida, en todas sus áreas, expresa quien sos. A veces sale mejor, otras peor.
¿Qué mensaje le darías a las mujeres jóvenes que desean seguir caminos similares a los tuyos?
Que no hay decisiones o elecciones que no duelan, que no impliquen una renuncia. Que cuando se trata de hacer lo que te apasiona no hay nada fácil, ni limpio ni instagrameable en esa tarea. Que la vida implica elegir entre dos tipos de dolores o incomodidades: la que podes soportar y la insoportable. Vivir como queremos para las mujeres puede implicar enfrentarse a la decepción de todo su círculo íntimo desde familia a parejas e hijos, todavía el costo de salirse de los roles preestablecidos para la mujer es muy costoso, pero, sabiendo todo lo que sabemos ahora que es posible para una mujer, quedarnos en esas migajas de roles que nos tiró la sociedad patriarcal heteronormativa puede causar mucho más sufrimiento que el enojo del círculo íntimo.
Sobre el Día Internacional de la Mujer
¿Qué mujeres son referentes en tu vida y por qué?
Mis referentes son las mujeres de mí familia, mi mamá, mi hermana, mi cuñada, mis amigas y colegas, también mis alumnas, mujeres reales con historias conmovedoras. Aprendo muchísimo de las mujeres que me rodean.
Las verdaderas heroínas de la historia son esas mujeres que todos los días conviven con la contradicción entro lo enseñado y el despertar a nuevas oportunidades de vida con las que mis abuelas, por ejemplo, ni siquiera pudieron soñar.
¿Cuál es tu deseo o anhelo para las mujeres del futuro?
Mi anhelo es que un día nos encontremos con que en el DNI ya no piden género ni sexo, sino que simplemente seamos todos seres humanos. Que una mujer sea vista en todo su potencial y no solamente por los roles de madre y esposa.
Si pudieras dar un consejo a tu yo más joven, ¿cuál sería?
Que el miedo no es excusa para no ir por lo que te hace latir fuerte el corazón y que el límite es el cuerpo, el límite mayor es enfermarte. Que la valentía no es no tener miedo, eso es ser demente, la valentía es moverse con miedo.
¿Qué libro, película o experiencia te ha marcado como mujer y profesional?
Libro, un montón, pero más recientemente "Las desventuras de la China Iron" de Gabriela Cabezón Cámara y "La última noche en el club Telegraph" de Malinda Lo.
Series que me cambiaron la vida literalmente: Orphan Black y Sense 8
Películas creo que todas deberíamos ver Barbie y Baby Gir.
¿Qué legado te gustaría dejar a tus alumnas y alumnos, y a la comunidad?
Me gustaría que aprendan a aprender. A ser curioso y curiosas, a transformarse una y mil veces según los desafíos que les plantea la vida. Que nadie se educa para ser alguien, que ya se nace siendo. Que el aprendizaje es una forma de aprendernos a nosotros proyectarnos en el afuera.