
por Cora Verón
Más Noticias comparte parte de las palabras expresadas por el Veterano Víctor Sanabria durante el acto homenaje del que participó en la EEMPA la semana pasada.
“Las Islas Malvinas son uno de esos espacios de la memoria donde el orgullo y el dolor arden juntos. Son las islas usurpadas por Gran Bretaña desde 1833 y son también la guerra librada en 1982, donde tropas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas iniciando un conflicto bélico con el Reino Unido. Lo que siguió fue una guerra breve, pero intensa, que dejó huellas imborrables en nuestra sociedad. Muchos jóvenes fueron enviados al combate sin la preparación suficiente, enfrentándose al frío, al hambre y a un enemigo poderoso”, esto expresó Mariana Hernández, directora de la EEMPA 1224, durante el acto que realizó la comunidad educativa la semana pasada: “La escuela tiene una función central como transmisora de conocimientos, de emociones, de sensibilidad y como constructora de identidades colectivas. Pero también quienes la integramos tenemos la responsabilidad, como ciudadanos y como docentes, de reflexionar junto a nuestros alumnos sobre qué implica la defensa de la soberanía, cómo poner fin al colonialismo, qué significan la Nación y la Patria, qué rol deben cumplir las familias y las escuelas en la transmisión de los valores nacionales. Reflexiones estas que se convertirán en la mejor manera de homenajear y honrar a nuestros jóvenes héroes.
Malvinas es más que una guerra, es parte de nuestra historia, de nuestra identidad. Recordar a quienes combatieron no es sólo un acto de justicia, sino también una manera de reafirmar nuestro compromiso con la paz y con la defensa de nuestros derechos como Nación”.
Con estas palabras, la docente cedió la palabra al veterano Víctor Sanabria que compartió parte de su historia en las islas como soldado pero también le dio contexto a un momento de nuestra historia que no surgió de la nada y que tuvo y tiene responsables:
“En el año 1982 estaba incorporado a la Armada. Participé del conflicto desde los buques. Nosotros éramos 16 buques y nuestra misión era recuperar la isla Malvinas. Comenzamos los entrenamientos a fin de enero del 82 sin saber que íbamos a recuperar Malvinas. Nos enteramos el 1° de abril que íbamos a recuperarlas así que nos tocó una etapa de mucho entrenamiento.
Las primeras órdenes eran recuperar Malvinas y al otro día volver toda la fuerza militar y dejar una guarnición de Gendarmería, para que cuando llegaran los ingleses no se presentara batalla, no hubieran muertos y las devolvieran, y así dejar una brecha de reclamo abierta por 150 años más, ya que estaban finalizando los 150 años que se dieron a partir del año 1833. Y, si no plantábamos soberanía sobre la isla, perdíamos todos los derechos internacionales a seguir reclamando por Malvinas.
No fue el mejor gobierno que teníamos, era una junta militar y se le dio por recuperar las islas sin pensar que no teníamos la fuerza necesaria para ir a una batalla con Inglaterra.
El 2 de abril cuando comunican en Plaza de Mayo que se habían recuperado, el general Galtieri ordena fortificar las islas. Para nosotros fue una total sorpresa porque lo que teníamos pensado y creído y las órdenes eran que al otro día nos volviéramos todos”.
“Así sucedieron los hechos, comenzaron a pelear los tres comandantes, el de la Policía Aérea, el de la Marina y el del ejército. Las tres fuerzas estaban peleando. La Marina en sus componentes tiene la aviación, la infantería, por lo cual su logística la tenía más o menos solucionada. El ejército tenía que depender de la Fuerza Aérea o de la Marina para trasladar todos sus pertrechos y su logística, lógicamente que al estar peleados esto no sucedía. Por eso fueron los soldados de ejército muy mal preparados y muchas veces sin todos los pertrechos necesarios para una guerra. Inclusive hubo cañones que llegaron a Malvinas pero no llegaron las ruedas, entonces era imposible desplazarlos o montarlos en una posición para hacer defensa. La Fuerza Aérea no tenía medios suficientes para hacer el traslado vía aérea de los componentes del ejército; le daban prioridad a los componentes de la Fuerza Aérea… Eso sucedió en la guerra de Malvinas, la logística fue un fracaso total. Tenía prioridad la munición, por último los alimentos”.
A estas carencias de base, de organización y de recursos para soportar el clima, se le sumó que los pocos soldados que contaban con cocinas de campaña no podían usarlas, básicamente porque en esa geografía es difícil conseguir leña y porque, cuando lograban encenderla, el humo delataba la posición de los soldados y eran atacados sin piedad por los ingleses, “igualmente los soldados se las ingeniaron para conseguir, desarmaron algunos alambrados, algunos postes y con eso podían hacer algo de fuego; lógicamente humeaba mucho. Donde los ingleses veían que había un poquito de humo, sabían que alrededor de esa cocina mínimo había 600 personas, entonces la atacaban.
Esto ayudó a que la mayoría de los soldados no pudiera comer, “tampoco teníamos relevo. Muchos soldados estuvieron más de 70 días en los pozos de zorro, donde el terreno es de turba y a 40, 50 centímetros comienza a brotar el agua. A todo eso, como comenzaba ya el invierno austral, el piso se congelaba. Los soldados que habían ido del norte llevaban una palita prácticamente de juguete que les era imposible romper el hielo para poder hacer la cachera”.
La Guerra de Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, se desarrolló desde el 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982.
Ese viernes comenzaron 74 días de tristeza para todo un país que estaba al mando de un señor con serios problemas de alcoholismo y otros tantos que a veces es mejor olvidar. Un país sumido en años oscuros y violentos, sin libertad.
El 14 de junio de 1982, el gobernador militar de las Islas Malvinas, Mario Benjamín Menéndez, se rindió ante el general Jeremy Moore y se acordó el cese del fuego y el retiro de las tropas argentinas, pero hay mucha más historia e historias que contar, y nosotros tenemos la fortuna de tener veteranos que no solo honran nuestro suelo, también comparten la experiencia y mantienen viva la memoria para los que vinieron mucho después.