
por Cora Verón
El proyecto fue impulsado por un equipo interdisciplinario conformado por antropólogos y arqueólogos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), el Museo de Peyrano y con el constante respaldo de la Comuna del pueblo.
Silvina Codina, compartió con Más Noticias esa parte de la historia de nuestra provincia, y explicó que desde el inicio de su investigación el objetivo fue claro: “recuperar, estudiar y visibilizar un espacio cargado de historia, de cuerpos y de voces muchas veces in visibilizadas”.
Codina comienza explicando que la casa, que fue demolida en el año 2005, estaba ubicada a las afueras del casco urbano, lejos de la iglesia, la escuela y la sede comunal, hecho que no era casual ya que buscaban que las actividades que allí se desarrollaban quedaran lejos de la vista y el oído público; su fachada era de ladrillos y tenía una puerta principal y dos ventanas, con otra puerta por la que ingresaban los visitantes. Sobre la distribución interna, explica que fue relevada gracias a las excavaciones realizadas y detalla la arquitectura típica de estos sitios: “un patio central flanqueado por pequeñas habitaciones, cuatro a cada lado. En el fondo, un espacio reservado para la mujer que regenteaba el lugar y que, además de controlar el funcionamiento del prostíbulo, vigilaba a las trabajadoras sexuales que vivían allí”. Según explica, estas mujeres no tenían libertad de movimiento y solo los lunes se les permitirían salir al pueblo, pero bajo estricta vigilancia. La ropa que usaban era confeccionada especialmente y llevada al lugar, otro indicio del encierro sistemático al que estaban obligadas algunas veces.
Durante las tareas de excavación limpiaron el terreno y recuperaron los cimientos de la estructura original de la vivienda, donde pudieron identificar una letrina, un pozo de agua y diverso material arqueológico que aún se encuentra en proceso de análisis. Este conjunto de hallazgos permite reconstruir no solo el espacio físico, sino también aspectos de la vida cotidiana y las condiciones de encierro que vivieron estas mujeres.
Cristina Solián es la directora del proyecto, del que destacan la importancia de visibilizar este tipo de espacios ya que su intención no es solo rescatar un edificio del olvido, sino también contar las historias de las mujeres que habitaron allí, muchas veces víctimas de un sistema que las explotaba, regulado por las propias instituciones del Estado. La Casa de Tolerancia de Peyrano funcionó bajo el sistema reglamentarista vigente en Argentina entre fines del siglo XIX y principios del XX, período en el que la prostitución estaba legalizada y era controlada por el Estado a través de médicos, comisarías, comunas y sociedades de fomento. Las mujeres debían estar registradas, se les realizaban controles sanitarios periódicos, y las condiciones edilicias de los prostíbulos eran reguladas por ordenanzas locales. Este sistema, que replicaba lo que sucedía en grandes ciudades, tenía particularidades en zonas rurales, donde el control institucional era más laxo pero no por ello menos restrictivo para las trabajadoras sexuales.
El equipo de investigación trabajó con material proveniente del Museo de Peyrano, actas comunales, registros orales y, desde hace tres años, tienen acceso al Archivo General de la Provincia de Santa Fe, donde lograron encontrar prontuarios policiales de algunas de las mujeres que pasaron por la casa. Esta documentación les ha permitido reconstruir trayectorias individuales y trazar conexiones con otras Casas de Tolerancia del sur santafesino.
En la actualidad, el equipo está conformado por la directora Cristina Solián y la codirectora Gabriela Della Santa. En el área de arqueología trabajaron Fernando Oliva y luego Guido Scaglione, junto a colaboradores y estudiantes de la carrera de Antropología de la UNR. Según Codina, a lo largo de varias campañas arqueológicas y de trabajo de laboratorio, han reconstruido no solo una estructura física, sino también una historia colectiva que involucra a muchas localidades aledañas.
Este trabajo se inscribe también en un contexto más amplio de revisión histórica y de lucha contra las redes de trata, que tuvieron su punto de quietud en la aplicación de la Ley 9.143 en los años 30, y en la figura emblemática de Raquel Liberman, la mujer que se atrevió a denunciar a la red Zwi Migdal, una de las más grandes de la historia argentina.
La historia de Peyrano, entonces, se conecta con la historia nacional, y ese pequeño terreno que una vez fue espacio de encierro y control, hoy comienza a resignificarse como lugar de memoria, investigación y reflexión.