
por Cora Verón
El río no espera. Apenas se suelta la proa del muelle en Rosario, la corriente empieza a marcar el ritmo. Así comenzó una travesía de doce días en kayak protagonizada por Federico Haffner, instructor oriundo de Tigre, y Santiago Martín, kayakista arroyense, quienes recorrieron más de 400 kilómetros a fuerza de brazos y voluntad.
La expedición, que combinó la costa argentina con un breve paso por Uruguay, unió Rosario con Atalaya, en la provincia de Buenos Aires. El itinerario atravesó el río Paraná, los laberintos del Delta, la ciudad uruguaya de Carmelo, la isla Martín García en el Río de la Plata y el cruce a aguas abiertas hasta Quilmes.
Más Noticias dialogó con Santiago Martín que, gracias a su relato, nos llevó a navegar con él y su compañero de aguas.
Al oír su experiencia, el objetivo era claro: redescubrir la geografía desde adentro, “al ritmo del remo y sin motores” que interrumpieran el diálogo silencioso con el entorno. "Más que una proeza deportiva, fue una experiencia de conexión profunda con la naturaleza y con uno mismo", explicó. La navegación, aseguró, fue también una forma de poner a prueba la capacidad de adaptación, planificación y resistencia.
“Esta expedición más que una proeza deportiva fue una experiencia profunda de encuentro con la geografía de nuestro país, la naturaleza, y con uno mismo, demostrando que no hay límites para lo que uno se proponga. Cada remada fue una decisión en conjunto con el río, el viento y lo que vendrá. Una expedición que no buscó récords, sino vivencias reales, unir puntos en el mapa a través del esfuerzo humano y la sencillez de una embarcación a remo como lo es el kayak de travesía. Un camino hecho con autonomía, donde llevamos nuestros víveres, con respeto por el entorno natural y una mirada exploradora para invitar a otros a lanzarse a descubrir en lo que emprendan”, relató Santiago.
Desde los amaneceres serenos del Paraná hasta el horizonte plano del Río de la Plata, cada tramo presentó su propio desafío. “En el Delta, el paisaje se volvía más íntimo, más atento y el silencio era tan protagonista como el agua misma. Cruzar a Carmelo fue un gesto de curiosidad, una escala cálida y breve antes del punto más exigente”.
La isla Martín García, con su historia detenida en el tiempo, fue el último refugio antes del cruce a Quilmes. “Remar en aguas abiertas es una prueba mental. No hay orillas visibles, solo la certeza de avanzar”.
La llegada a Quilmes, tras horas de remo continuo, “fue tan real como simbólica”. Luego, en los últimos días, la travesía continuó hasta Atalaya, donde cerraron el recorrido. Pero Santi asegura que “el verdadero final no fue una llegada, sino una comprensión”. “Cada remada fue una decisión en conjunto con el río, el viento y lo que vendrá. Esta expedición que no buscó récords, sino vivencias reales”, resumió.
Ambos kayakistas realizaron el recorrido con autonomía total ya que transportaron víveres, equipo de campamento y gestionaron cada tramo según las condiciones naturales. La elección del kayak de travesía fue por su bajo impacto ambiental, el contacto directo con el medio y se convirtió en una herramienta de descubrimiento.
Para quienes creen que la navegación se limita a los paseos de ida y vuelta a la isla, Santiago dejó un mensaje claro: “Esta travesía es testimonio de que se puede. Con preparación, enfoque, decisión y compañerismo, los horizontes están más cerca de lo que parecen”.
Bitácora de viaje
- 09/06: Rosario - San Nicolás (63 km)
- 10/06: San Nicolás - San Pedro (68 km)
- 11/06: San Pedro - Ibicuy (60 km)
- 12/06: Ibicuy- Isla el Doradito (río Paraná Guazú) (45 km)
- 13/06: Isla el Doradito - Destacamento Guazucito (41 km)
- 14/06: Destacamento Guazucito - Carmelo (10 km)
- 15/06: Día de abastecimiento y estar en Carmelo (Uruguay)
- 16/06: Carmelo - Martin García (22 km)
- 17/06: Martin García - Quilmes (62 km)