09/10/2025 - Edición Nº587


Historia

La historia de los siete granaderos que custodian el mausoleo de San Martín ¿mito o realidad?

06/08/2025 22:20 | Todas las mañanas, siete granaderos marchan desde la Casa Rosada hacia la Catedral de Buenos Aires y dos de ellos se quedan montando guardia en el mausoleo de San martín. cada dos horas, la guardia cambia. Por qué es así?



Hay versiones que sostienen que se debe a 7 granaderos que participaron de batallas con San Martín y en 1850 escoltaron sus restos cuando regresaron al país.

El 17 de agosto de 1850, en su residencia de Boulogne Sur Mer (Francia), Don José de San Martín fallecía en el “ostracismo voluntario”, alejado de la vida y realidad política de Argentina.

Los restos del libertador recién llegaron a Buenos Aires en mayo de 1880, a bordo del buque de transporte a vapor Villarino que estaba cumpliendo precisamente su viaje inaugural en ese momento. “Desearía que mi corazón fuese depositado en Buenos Aires”, había especificado en una de las cláusulas de su testamento quien comandara las gestas libertadoras de Argentina, Chile y Perú. Por lo que el arribo de su cuerpo al país fue en cumplimiento de uno de sus últimos deseos.

Y, una de las tantas versiones que se han replicado y han sido sostenida por distintos historiadores resalta un dato de color tan emotivo como poco claro: los restos de San Martín fueron recibido durante su regreso y escoltado por los únicos siete granaderos que quedaban con vida de todos los que habían participado de la cruzada independentista. Siempre de acuerdo a esta versión, los hombres (que ya eran ancianos y deberían haber rondado los 80 años) se vistieron con sus uniformes oficiales y acompañaron a San Martín hasta el lugar donde fueron dispuestos sus restos -y donde se mantienen en la actualidad-: la Catedral Metropolitana (en la Ciudad de Buenos Aires).

Sin embargo, no existen registros históricos contundentes de esta conmovedora y llamativa postal, y se trata de una historia que no ha tenido la difusión que otros tantos momentos históricos en la vida del Libertador. Y esto mismo es lo que lleva a dudar de su veracidad.

Una vez culminada la campaña sanmartiniana -que para el argentino llegó a su fin abruptamente luego de la entrevista entre Don José y Simón Bolívar en julio de 1822, en Guayaquil-, San Martín y el Ejército de los Andes regresaron al país. En diciembre 1823, San Martín regresó a Buenos Aires, mientras que unos meses después partió a Europa para su exilio (febrero de 1824). Su enemistad con Bernardino Rivadavia (ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en aquel momento) le impidió instalarse en la vida política argentina.

Los últimos 78 hombres sanmartinianos quedaban de la cruzada independentista, en tanto, llegaron a Mendoza en 1826 desde Chile y en una caravana de 23 carretas. Y más allá de su gesta y su aporte a la Patria, su regreso a Argentina pasó absolutamente desapercibido cuando finalmente posaron sus pies en Buenos Aires. No hubo un recibimiento especial ni nada para ellos, y -luego de una década afuera de su patria y lejos de sus familias- fueron repartidos a su regreso en distintas reparticiones del Ejército.

Incluso, el regreso desde Chile a Buenos Aires -con escala en Mendoza- fue costeado por un generoso vecino trasandino, puesto que tenían sueldos atrasados y -literalmente- regresaban con lo puesto. Entre ellos había siete granaderos: el coronel Félix Bogado, Paulino Rojas, Francisco Olmos, Segundo Patricio Gómez, Dámaso Rosales, Francisco Varga y Miguel Chepoya. Los siete habían sido parte del regimiento desde el combate de San Lorenzo, en 1813.

Este destrato e indiferencia por parte de Rivadavia concluiría en un desenlace aún más triste para el Cuerpo de Granaderos a Caballo: ese mismo año, 1826, Bernardino Rivadavia -flamante presidente- dispuso disolver el cuerpo como tal.

 

Los siete custodios

A fines de mayo de 1880, los restos de San Martín volvieron a tocar suelo argentino, tal y como había sido una de sus últimas voluntades. Y es aquí donde entran en escena (o habrían entrado en escena, de acuerdo a algunas versiones) los siete granaderos heroicos e incondicionales. De acuerdo a esta reconstrucción, siete viejos granaderos -vistiendo sus gastados uniformes oficiales- se sumaron a la llamativa escolta del cuerpo del Libertador hasta la Catedral y lo hicieron sin haber sido convocados por nadie.

Esta misma versión resalta que, impávidos, los siete granaderos permanecieron custodiando el mausoleo de San Martín hasta la mañana siguiente, cuando -también sin decir ni una sola palabra- se retiraron de la misma manera en que habían irrumpido en la escena.

Luego de la disolución dispuesta por Rivadavia, fue Julio Argentino Roca (en 1903 y durante su segunda presidencia) quien recreó el regimiento, mientras que Figueroa Alcorta en 1907 los designó como responsables de la escolta presidencial.

 

¿Mito o realidad?

A juzgar por las edades que los siete granaderos tenían al momento de participar de la Gesta Libertadora -deberían haber promediado entre los 20 y los 30 años-, el día en que el cuerpo de San Martín regresó a Buenos Aires y fue escoltado hasta la Catedral, los siete granaderos heroicos que -se dice- acompañaron los restos del Libertador y lo resguardaron durante la primera noche deberían haber estado cerca de los 80 años.

Esta postal de los siete octogenarios vestidos con sus pintorescos y gastados uniformes de granaderos hubiese sido por demás llamativa, tanto para quienes participaron como espectadores del traslado de los restos de San Martín como para la prensa de la época. El detalle es que en ninguna crónica periodística de los diarios de la época se deja constancia de los siete granaderos.

Ya sea un mito o una realidad la historia de los siete granaderos que escoltaron los restos de San Martín tras su repatriación, lo cierto es que cada mañana -en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en la manzana que circunda a la Plaza de Mayo- puede verse a siete granaderos que marchan desde la Casa Rosada hasta la Catedral. De ellos, dos se quedan montando guardia en la entrada al mausoleo de San Martín, mientras que cada dos horas regresan los otros cinco a ese punto para concretar un cambio de guardia. Cuando el día llega a su fin, con una marcha silenciosa e inmutable, los siete granaderos regresan a la Casa Rosada.