por Cora Verón
La institución local celebró recientemente su aniversario número 100, reafirmando una trayectoria que comenzó el 26 de octubre de 1925, en una Argentina que apostaba al progreso a través de la educación pública y el trabajo. En aquel entonces, el presidente de la Nación era Marcelo T. de Alvear, el gobernador de Santa Fe era Carlos Sylvestre Begnis y el presidente comunal de Arroyo Seco, Francisco Ortiz.
La institución abrió sus puertas en una antigua casona de la calle Mansueto Maiorano, cerca del edificio del Correo, y contaba con apenas 70 alumnos, todos varones. En sus primeros años se dictaba únicamente carpintería, un oficio que simbolizaba el espíritu formativo de la época. Con el paso del tiempo, la matrícula creció y el taller fue ampliando su propuesta educativa, sobre todo con la inclusión de las niñas, que hoy comparten junto a sus compañeros las mismas actividades y aprendizajes.
Actualmente, el Taller funciona en calle Moreno 547, en el histórico edificio de la Escuela Fiscal Nº 73. Si bien comparten el espacio físico con otras instituciones, la escuela taller mantiene su autonomía institucional, con directivos y docentes propios.
De acuerdo a lo expresado por su directora interina, Marcela D’Alfonso, hoy la matrícula supera los 600 alumnos, organizados en turnos mañana y tarde, que asisten desde 4° grado de diversas escuelas de la ciudad y zonas rurales cercanas.
En su propuesta pedagógica, “el taller ha evolucionado del aprendizaje manual tradicional hacia una enseñanza tecnológica más integral. Si bien la madera sigue siendo un material presente, hoy se trabaja con distintas problemáticas y materiales, fomentando el pensamiento crítico, la investigación y el trabajo en grupo. Cada proyecto parte de una pregunta o necesidad concreta, por ejemplo, cómo hacer funcionar un artefacto o cómo resolver una situación práctica”, detalló D’Alfonso, lo que permite a los estudiantes diseñar, planificar y ejecutar soluciones creativas.
“Ya no se trata solo de copiar modelos, sino de pensar, diseñar y crear”, explican los docentes. El uso de herramientas como tableros y reglas técnicas forma parte del entrenamiento cotidiano, brindando a los chicos y chicas habilidades que les serán útiles si deciden continuar estudios técnicos o aplicarlas en la vida diaria.
Desde su fundación, el taller ha formado generaciones de estudiantes que encontraron en los oficios un camino de desarrollo personal y, muchas veces, una salida laboral. En un contexto económico complejo, el valor de estas enseñanzas resulta aún más significativo. “Siempre les hablamos a los alumnos de la importancia del oficio, ser albañil, plomero o carpintero requiere conocimiento, precisión y responsabilidad. Detrás de cada oficio hay una forma de aprender haciendo, y eso es lo que queremos mantener vivo”, concluyó la docente.