
por Cora Verón
Hoy dialogamos con Ilda Martini de Milani, una mujer de casi 80 años que lleva más de la mitad de su vida acompañando la fe de muchos ciudadanos y de los distintos curas párrocos que han pasado por nuestra iglesia La Asunción. Pero lo más importante, es la referente absoluta si hablamos de la construcción de la Capilla San Cayetano, una obra que comenzó por los años 80.
Ilda nació el 12 de julio de 1945 en Arroyo Seco, es una figura destacada en la comunidad por su compromiso con la fe, el trabajo y la dedicación a la sociedad. Conocida por muchos simplemente como Ilda, su historia está marcada por el esfuerzo y la entrega a la comunidad eclesiástica.
Desde muy joven, se acostumbró al trabajo arduo. Se casó a los 19 años con Pedro Milani, con quien construyó una familia y compartió una vida de labor en el campo y luego en el comercio. Juntos, trabajaron en la cosecha de espinaca, lechuga y otras hortalizas. También fueron propietarios de un almacén, un punto de encuentro clave en la esquina de las calles San Nicolás y Juárez Celman, hasta que los cambios en el comercio local llevaron a su cierre. “Cuando apenas me casé vivíamos en la cortada Filiberti; íbamos al campo a cortar espinaca, lechuga, a juntar arveja. Lo que más se sufría en invierno era ir para la espinaca y la lechuga, hacía mucho frío, se trabajó mucho con el frío. Gracias a Dios, a pesar que agarré todo ese frío, hoy en los huesos no lo siento”.
Luego de esas épocas de sacrificio, abrieron un almacén en la esquina frente a su casa, “estábamos con Laura también y fue por muchos años, después, cuando pusieron el primer supermercado la gente, viste, se empezó a ir ahí y acá te usaban para el pan, la leche o venían a comprar pavadas, entonces una mañana dije lo cierro, lo cierro. Y lo cerré”.
Sin embargo, lo más destacable de su vida fue su dedicación a la Capilla San Cayetano. Desde 1983, Ilda estuvo al frente de la gestión y la construcción de la capilla, desde la compra de materiales hasta la organización de eventos para recaudar fondos y la limpieza del lugar: “Estuve desde el año 83, y cuando se hizo la obra la manejé toda yo, estaba prácticamente al frente de todo eso. Y ya son muchos años”. Durante 41 años trabajó incansablemente para mantener y mejorar ese espacio de oración, convirtiéndolo en un punto de referencia para los fieles de la ciudad. “El Padre Osvaldo se decidió a comprar tres terrenos y se hizo el salón, se usa como capilla, pero hay de todo, había que trabajar porque yo iba todo el día, me fijaba si había que cortar el pasto, si se faltaba algo, si robaban”. “Nosotros hacíamos rifas y la gente colaboraba porque era muy devota de San Cayetano; la gente venía y te traían un sobre con plata y yo depositaba en el banco. Después, me parece que hace unos 7 u 8 años, donaron a San Expedito, y ahora es locura con San Expedito”.
El pasado 19 de diciembre se despidió de sus actividades en la capilla con un evento realizado en la Iglesia La Asunción, donde participó desde el arzobispo de la ciudad de Rosario, Monseñor Eduardo Eliseo Martín, el Padre Pedro y autoridades municipales, amigos y familiares. “Me han hecho una linda despedida” dijo Ilda que, a lo largo de los años, vio pasar a varios curas, a la hora de recordarlos, expresó: “Y todos comen acá, todos paran acá. Y para mí es una satisfacción, los chicos también, los de la peregrinación que son chicos jóvenes y me quieren un montón, yo les ayudo a hacer los choripanes y ellos me quieren un montón, me vienen a buscar, me llevan comer a sus casas, viene uno, viene otro”.
“Para mí la fe es lo más grande que hay. Yo hago muchos sacrificios por la iglesia, todos los jueves me voy al Santísimo a las 5, las 6 de la tarde se reza el rosario”. “Yo siempre de chiquita tuve devoción por todo. Estaba Florio, y ya le ayudaba, después siguieron viniendo sacerdotes. Y estuvo el Padre Osvaldo, el Padre Luis, el Padre Pedro y ahora está el Padre Daniel también, muy buena persona”.
En reconocimiento a su compromiso, Ilda fue nombrada Ministra de la Eucaristía, desempeñando un rol clave cuando el párroco da la comunión y además lo asiste en lo que necesite.
El 19 de diciembre de 2024, decidió retirarse de su labor en la capilla, recibiendo una emotiva despedida en la que participaron sacerdotes, vecinos e incluso el intendente local. A pesar de su retiro, su vínculo con la iglesia sigue firme, asistiendo a misas y colaborando en diferentes actividades religiosas.
Con casi 80 años de vida, Ilda Milani deja un legado de esfuerzo y fe en Arroyo Seco. Su historia refleja el espíritu de una generación que trabajó sin descanso por su familia y su comunidad, encontrando en la fe un pilar fundamental para su vida.